martes, 24 de septiembre de 2013

toco tu boca

P. me toca la boca. Trata de abrirla. Mete el dedo y me toca los dientes, la lengua. Entonces muevo la lengua como loca y se mata de risa. También a la seño le toca la boca. Ella le muerde el dedo despacito. Se ha vuelto su rutina de todos los días.
A P. le gustan las barbas. Las de los tíos, la más incipiente del padre. Dedica un buen rato a escudriñar ese pelo que de manera caprichosa se decide a crecer en la cara de algunos.
Como los ciegos, que aprenden el mundo con la mano.
Como los enamorados, quizás, que se dedican a estudiar detalladamente el relieve del rostro amado.
El mundo es táctil para P.

viernes, 13 de septiembre de 2013

amigos son los amigos

Nunca había conocido a una amiga por internet. Sí a algún que otro chico en un lugar siniestro llamado laplatavive.com, en la era pre-facebook, pre-tuiter, ¿se acuerdan? Qué horror, mejor ni recordar los, por suerte pocos, encuentros del tercer tipo con masculinos salidos de allí.
Pero pensándolo bien, creo que lo más parecido fueron mis amigos por carta de la niñez. Asidua compradora de Billiken, super tímida y amante de la lecto-escritura, comencé intercambios epistolares con más de uno. En general no pasaron de 4 ó 5 cartas. Recuerdo una chica de Lanús que me contaba de sus amoríos en hojas multicoloridas llenas de stickers; un chico de San Lorenzo que un día puso en el sobre algo que creí chocolate derretido y resultó ser corteza del árbol donde estuvo apoyado San Martín; un chico de Ghana al que no pude contestarle más de una vez por mis escasos conocimientos del inglés.
La cuestión es que el embarazo me encontró buceando en blogs de maternidad, de esos en primera persona. Y volviéndome fan de algunos, de unos más que de otros. Y del blog al tuiter, al facebook, al mail. A romper la virtualidad.
Una persona logró que cargue al niño de 10 meses en su sillita y haga 50 km de sopetón, sólo para verle la cara a quien tanto tiempo fue "bb" -ese bebé que vi aprender a gatear por tuiter, dejar la teta por blog, aprender a caminar por facebook- y que para cuando pasó a la tercera dimensión ya hace rato tenía nombre y apellido. 50 km para verla a ella... ¿qué decir de ella?
Podría decir mil cosas, pero creo que lo más importante es que ella suma. Al menos a mí, ella me suma. ¿Qué hace que te hagas amigo de alguien? ¿Cómo surge la amistad? Como el amor mismo, como otra forma de amor. Uno se enamora también de los amigos. Surgen esas ganas de compartir, ese sentir que te entendés tan rápido, que no hacen falta más de 2 ó 3 palabras para ubicar al otro en el tiempo-espacio de tu mente. Ella (me) recuerda cada día que la vida es bella. Ella, aun hoy con ese pañuelo que oculta por momentos esa pelada, con la medallita de no sé qué santo que le hizo colgar la madre para atravesar esta difícil etapa, ella aun hoy le sonríe a la vida cada día. Y sigue escribiendo. Y construyendo su "felices juntos" con #bebé y #algundíamarido día tras día.
Y sin querer queriendo, ella me hizo uno de los mejores regalos: recordarme el placer que se puede encontrar en la escritura. Ella es ella.
Les dejo una foto de "los changos", como diría ella, que es "del interior".


lunes, 9 de septiembre de 2013

ingredientes: un padre, 150 de nutrilón y 2 sábanas de Winnie Pooh

- ¿Qué pasa?- dijo él.
La imagen probablemente ameritaba la pregunta. Sentada sobre la cama, hamacaba al niño llorón en la oscuridad de plena madrugada, probablemente con los ojos desorbitados.
- No le voy a dar teta. La usa de chupete. Me duelen. Sus dientes son un rallador. No puedo más.
Debo haber sonado convincente con las últimas tres palabras porque a eso siguió un "lo tengo que dormir yo, pero en su pieza. Si te ve a vos no se puede. Pero tiene que ser un día que al otro día yo pueda dormir si no duermo en toda la noche. El sábado lo duermo yo en su pieza".
Y llegó el sábado. Y volví a poner el corral de la cuna funcional, que había devenido sillón. Y abrí las sábanas sin estrenar que nos regaló mi prima. Y yo que odio Winnie Pooh, descubrí que también tienen a Tiger y que tienen mucho turquesa. Que combinan con la cuna. Que no son tan horrorosas. O sería que las estaba viendo con mis pezones.
Y llegaron las 10.30 y apareció él por nuestra pieza. "¿Ya tomó teta? Bueno, nos vamos, decile hasta mañana a mamá". Y me quedé con la laptop y la inmensidad de las dos plazas. Extasiada.
Y lo durmió nomás. Y recordamos cómo era eso de dormir abrazados. Dormir... ¿media hora? ¿Cuánto pasó hasta el primer llanto? No lo sé. Sé que bajó, lo hamacó, lo volvió a acostar. Volvió a llorar, lo volvió a acostar, lo subió para que no se despierte la hermana. "Basta, P., dormite". Y flaqueé. "Dámelo". Y él "no, no". Y lo siguió hamancando. Y de nuevo "basta, dormite". Y volví a flaquear. "Dámelo, no le voy a dar teta". Y él, "no, no. Haceme una mamadera".
Y la hice, perdido por perdido, convencida de que la iba a revolear como de costumbre. Y se clavó, al hilo, 150 ml de nutrilón. Y se durmió de 3 a 6.30.
Y llegó el domingo y me tocaba a mí. Lo acosté a las 12 y a las 2 lloriqueó. Le di teta, sí, si a mí mamadera no me va a agarrar... Y se volvió a dormir, y lo acosté y se volvió a despertar. ¿Cuántas veces lo hamaqué e intenté acostar? Ni bien rozaba las sábanas abría los ojos cual muñeco nenuco. Y entonces me dije, otra vez, perdido por perdido... Y abrí la cajita de Nutrilón. Y así, al hilo, sólo por llevarme la contra, se clavó 150 de nutrilón. Conmigo. Con su mamá. La de las tetas.
Y se durmió, de 3 a 6. Bueno, quien dice 6 dice 5.40. Seis menos veinte que le dicen. Ya merecía volver a nuestra cama. Ya merecía una teta, buen hijo que duerme solo en su pieza y toma mamadera.
Y así como así voy asumiendo que tengo un nene y no un bebé. Voy desarmando la cunita de colecho. Voy reencontrándome con mi matrimonio de cama matrimonial. Voy volviendo a dormir a pata suelta, boca arriba, boca abajo o como se me ocurra. Y me encuentro acá, contando en un blog las mil y unas maneras de dormir al niño. Porque si algo me enseñó la maternidad en estos 10 meses es que no hay recetas.