lunes, 9 de septiembre de 2013

ingredientes: un padre, 150 de nutrilón y 2 sábanas de Winnie Pooh

- ¿Qué pasa?- dijo él.
La imagen probablemente ameritaba la pregunta. Sentada sobre la cama, hamacaba al niño llorón en la oscuridad de plena madrugada, probablemente con los ojos desorbitados.
- No le voy a dar teta. La usa de chupete. Me duelen. Sus dientes son un rallador. No puedo más.
Debo haber sonado convincente con las últimas tres palabras porque a eso siguió un "lo tengo que dormir yo, pero en su pieza. Si te ve a vos no se puede. Pero tiene que ser un día que al otro día yo pueda dormir si no duermo en toda la noche. El sábado lo duermo yo en su pieza".
Y llegó el sábado. Y volví a poner el corral de la cuna funcional, que había devenido sillón. Y abrí las sábanas sin estrenar que nos regaló mi prima. Y yo que odio Winnie Pooh, descubrí que también tienen a Tiger y que tienen mucho turquesa. Que combinan con la cuna. Que no son tan horrorosas. O sería que las estaba viendo con mis pezones.
Y llegaron las 10.30 y apareció él por nuestra pieza. "¿Ya tomó teta? Bueno, nos vamos, decile hasta mañana a mamá". Y me quedé con la laptop y la inmensidad de las dos plazas. Extasiada.
Y lo durmió nomás. Y recordamos cómo era eso de dormir abrazados. Dormir... ¿media hora? ¿Cuánto pasó hasta el primer llanto? No lo sé. Sé que bajó, lo hamacó, lo volvió a acostar. Volvió a llorar, lo volvió a acostar, lo subió para que no se despierte la hermana. "Basta, P., dormite". Y flaqueé. "Dámelo". Y él "no, no". Y lo siguió hamancando. Y de nuevo "basta, dormite". Y volví a flaquear. "Dámelo, no le voy a dar teta". Y él, "no, no. Haceme una mamadera".
Y la hice, perdido por perdido, convencida de que la iba a revolear como de costumbre. Y se clavó, al hilo, 150 ml de nutrilón. Y se durmió de 3 a 6.30.
Y llegó el domingo y me tocaba a mí. Lo acosté a las 12 y a las 2 lloriqueó. Le di teta, sí, si a mí mamadera no me va a agarrar... Y se volvió a dormir, y lo acosté y se volvió a despertar. ¿Cuántas veces lo hamaqué e intenté acostar? Ni bien rozaba las sábanas abría los ojos cual muñeco nenuco. Y entonces me dije, otra vez, perdido por perdido... Y abrí la cajita de Nutrilón. Y así, al hilo, sólo por llevarme la contra, se clavó 150 de nutrilón. Conmigo. Con su mamá. La de las tetas.
Y se durmió, de 3 a 6. Bueno, quien dice 6 dice 5.40. Seis menos veinte que le dicen. Ya merecía volver a nuestra cama. Ya merecía una teta, buen hijo que duerme solo en su pieza y toma mamadera.
Y así como así voy asumiendo que tengo un nene y no un bebé. Voy desarmando la cunita de colecho. Voy reencontrándome con mi matrimonio de cama matrimonial. Voy volviendo a dormir a pata suelta, boca arriba, boca abajo o como se me ocurra. Y me encuentro acá, contando en un blog las mil y unas maneras de dormir al niño. Porque si algo me enseñó la maternidad en estos 10 meses es que no hay recetas.


6 comentarios:

  1. auguri Mamá! felicidades... que buen relato! me encanto... ya te voy a bombardear a preguntas cuando me toque a mi. vamos por mas horas de sueño! besote

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  2. "Las estaba viendo con mis pezones", excelente!! jajaja. Le paso post a padre para ver si se inspira.

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    1. dale, mostrale la vida paralela del mellicito a ver si se copa

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  3. qué se yo, me hiciste emocionar, será esta noción de que crecen. los quiero. bellísima redacción.

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