viernes, 20 de diciembre de 2013

ejemplifique

Allá por el año '88 vinieron mis tíos abuelos de Alemania. Pasamos el verano en Mar del Plata, con mi tía, primos y abuela, para centralizar ahí la visita internacional. Una tarde estábamos paseando por la peatonal y tomamos un helado. El mío era de los de vaso plástico -raro, porque amo comer la oblea mezclada con helado-. Terminé de comer y tiré el vasito a la calle. Mi mamá me miró incómoda, me retó bajito, tan bajito que yo no entendía. Siguió retándome con señas, intentado que junte el vaso y busque un cesto. Yo no entendía. No era que no la escuchaba ni comprendía la indicación. Era que no entendía por qué, si siempre tiraba el vaso al piso, esta vez tenía que buscar un cesto. "Qué van a pensar los tíos de Alemania", dijo mi mamá. Es que ella había ido a Alemani el año anterior y le sorprendió lo increíblemente limpias que estaban las calles allá.

Suelo tirar los residuos en el cesto. Llevo conmigo un pasado adolescente ecologista del cual quedan secuelas y me enorgullese. Pero el otro dia estaba en el auto molesta porque siempre soy yo la única que baja la basura del vehículo. Comenzaba a humear de ver cantidades de papeles de caramelos, tickets de estaciones de servicio y otros etcéteras y tuve el impulso de tirar todo por la ventanilla. Agarré abruptamente los papeles y cuando estaba por hacerlo... lo vi a él, sentadito en su sillita, mirándome. Sonreí, volví a dejar los papeles donde estaban y encendí el motor.

Sé que un día va a llegar y temo el momento en que lo vea a él haciendo algo que no me guste pero que además sea algo que hago yo, que aprendió de mí, que imitó. Sí, ya sé. Me tengo que relajar. Ya sé, también va a copiar cosas buenas. Ya sé, también tiene otros modelos (que alguien me ajusticie, por favor, si algún día le llego a decir a P. "dejá de hacer eso, SOS IGUAL QUE TU PADRE", frase más común pero no exclusiva en madres separadas, madres que merecen como mínimo un "el padre que vos le diste", de rta., aunque yo les diría algo más guarango).

De todo esto saco algo positivo. Me importa la mirada del otro, como a todos, pero muchas veces me chupa un huevo y hago lo que se me canta el orto aunque sean cosas que considere "malas". Pero ahora, la mirada de P. me motiva a cambiar aquellas cosas que no me gustan de mí. Sí, claro, estoy hablando de cosas más grosas que donde tiro la basura, pero no voy a hablar de mis grandes defectos en un espacio tan público.

Dos cosas más:

1. tener un perro hubiese sido más fácil

2. se me viene a la mente una parte de una poesía sobre Sarmiento que me hicieron aprender en segundo grado, que hablaba de la madre de Sarmiento tejiendo junto a la higuera y educando a Sarmiento (educando al futuro educador). Pero que quede claro que ni quiero ser una madre ejemplar ni tener un hijo como Domingo Faustino, ¡por dior!:

Sarmiento, 
Sarmiento niño,
JUNTO A UNA MADRE EJEMPLAR,
se forja 
para la lucha
del amor y la verdad.


jueves, 12 de diciembre de 2013

ninguna mujer es ignífuga

Pensás que siempre pasa en otro lado, allá lejos. Y no. Un día es acá nomás, acá a la vuelta. Un día es el padre de un amigo tuyo el que mata a la madre de tu amigo. Entonces la palabra femicidio se hace carne. Sangra.

Conocí a N. hace casi 15 años, cuando comenzamos la facu. N. era mi vecino. Vivía en un centro de estudiantes. Yo tenía hermanos chicos y en casa no había clima de estudio. Me refugiaba entonces en el centro, estudiando, mateando, riendo hasta altas horas de la noche con N. y otros vecinos.
La mayoría eran hijos de marinos, ya que venían de una ciudad que creció a partir de una base naval. N. no era la excepción. El padre de N., incluso, había estado en Malvinas. Le contaron que cuando volvió de la guerra lo abrazó fuerte, fuerte y no lo soltó por horas.

Con N. vivimos las mil y una aventuras. Fui testigo y confidente cuando salió del closet, cuando dejó psicología para estudiar bellas artes, cuando se tuvo que volver a la casa paterna por problemas económicos, cuando ganó ese premio en la galería de arte y pudo volver y vivir de lo suyo.

Cuando el padre se retiró de la Marina fue cuando N. se tuvo que volver. Imagino que retirado ya no ganaba lo mismo y no podían seguir manteniéndolo en otra ciudad. Fue entonces cuando los padres se mudaron de provincia. La madre de N. siempre quiso volver a sus pagos y esta era la oportunidad de realizar su sueños.

Los hijos en cambio, no estaban tan de acuerdo. El hijo del medio ya había iniciado la carrera militar, asique sólo iba de visita en vacaciones. La hija menor había dejado un novio allá en la pequeña ciudad y contaba los días para volver allá, a casarse y tener hijos. Y N., claro, quería volver a la gran capital, la ciudad del arte.

Tarde o temprano los tres hijos lograron volver adonde querían estar. Y acá tengo como un paréntesis porque varios años no nos vimos. No por nada en especial. N. es así. Desaparece dos años y un día cae de visita con una choco-torta como si te hubiese visto la semana pasada. Y la conexión es tal, la intensidad de todo lo compartido es tal, el afecto es tal que no importa que hayan pasado dos años. Enseguida uno recobra la confianza con un amigo de toda la vida.

Yo sabía más o menos de su vida. Que estaba viviendo en BA, que le estaba yendo bien con el arte. Estaba feliz por él.

Luego del 2 de abril de este año reapareció. Una de nuestras amigas en común sufrió feo la inundación y él vino a darle una mano. Así me actualizó de sus amoríos, de su carrera artística. Le conté que estaba entrevistando ex combatientes para mi tesis y le dije, en chiste, "lo tengo que entrevistar a tu papá" (en chiste porque estoy abocada al caso de mi ciudad). "A mí papá mejor no te acerques", me contestó muy serio. "Mi papá no está bien". Y entonces me contó que hace unos meses su padre se había amotinado en la casa, armado. Que N. tuvo que viajar a la provincia y luego de varios días logró convencer al comisario del barrio de que lo llevaran a un psiquiátrico.

Hasta ahí sabía la historia. Hace unos días empecé a notar que muchos amigos le dejaban mensajes de amor a N. en el facebook. Tipo fuerza, te queremos, estamos con vos. Me llamó la atención pero no me detuve a indagar, arrastrada por la vorágine de la vida cotidiana. Hasta que ayer me hice un ratito y entré a su perfil, a ver si encontraba la razón por la cual había tantos mensajes de aliento. Y allí estaba. N. subió una nota periodística, cuyo título contaba que había muerto una mujer con el 94% del cuerpo quemado. Entré al link y allí estaban N. y sus hnos. en la foto, pidiendo que se recaratule el supuesto "intento de suicidio" como "homicidio", pidiendo que se impute a su padre como autor del hecho.

Mi mamá trabaja en la terapia intensiva del Instituto del Quemado de un hospital público. Semana tras semanas ve morir mujeres quemadas. Más de una vez me contó que la mayoría son quemadas por sus maridos. Y sin embargo no, una siempre piensa que eso pasa allá lejos.

Ayer no logré conversar telefónicamente pero chatié con N. Me dijo que me quede tranquila, que está más fuerte que nunca. Que su madre ya está en paz y que van a pelear por justicia. Que hay muchas pruebas, que la fiscal y la jueza son mujeres y no lo van a dejar libre. Que hay que pelear por leyes más firmes, que hay muchas organizaciones sociales acompañando... Y veo una foto en su facebook de una marcha. Y allí están él con su look artista-gay al lado de su hermano look marino, juntos a la par embanderados tras una pancarta que reclama justicia, rodeados de militantes sociales.

Me quedo con esa imagen y con este texto que le escribió N. a su mamá. Y que L. descanse en paz.

gracias mami por educar mi corazon salvaje, y bancarme locuras como aparecerte a los 14 años con el pelo violeta teñido en papel crepe, por hacerte escenas porque no me compraste post d bjork, por obligarme a comer panes con manteca y miel antes de ir a la escuela, por amarme aunque siempre haya sido tu bichito raro, cuando volvia d La Facu de la plata todo jiponeado y con la ropa llena d agujeritos te ponias triste, pero respetabas mi eleccion. me amaste y me enseñaste a amar. nos vemos pronto mami.Y lo mas importante es que vamos a hacer justicia, por vos y por todas las victimas del maltrato.




miércoles, 4 de diciembre de 2013

el álbum familiar: un verdadero rompe-cabezas

Tuve dos álbumes de fotos mías. Uno iba desde mi nacimiento hasta los 2 años aprox. El segundo desde el cumple de 3 hasta el de 7 y le quedaban hojas por completar. Los miraba mucho de chica. Los amaba. El primero estaba quemado en unas páginas porque una vez lo apoyaron sobre el calefactor. Odiaba la imprudencia de mis padres en ese sentido. Pero amaba mis álbums. Eran mi historia hecha fotos. Mis abuelos jóvenes, mi primera bici, ese auto del que no me acuerdo.
A mi hermano del medio le compraron un álbum de Mickey, pero nunca nadie le puso las fotos. Había fotos, claro. Pero no estaban ordenadas en el álbum sino yirando por los rincones de la casa. Mi hermano más chico no tuvo álbum. Ni siquiera un álbum vacío. Llegó en un muy mal momento afectivo de la pareja, asique ni siquiera pudieron comprarle uno. Recuerdo que un época sentía una especie de obligación moral, en tanto hermana mayor, de hacerles el álbum. Al menos de completárselo al más grande, que lo tenía ahí, con las hojas en blanco. Pero mi psicóloga me bajó mil cambios al decirme "vos podés armarles todos los álbumes que quieras, pero su historia familiar la van a tener que armar ellos solitos,  como un rompecabezas, como puedan".
J. es el segundo hijo de sus padres. También llegó en un mal momento. Siempre me contaba, con mucho pesar, que ese malestar se expresaba en el hecho de que no había fotos de cuando él nació. Cuando yo estaba embarazada visitamos unas tías suyas y una apareció con una caja de diapositivas. En el medio de millones de fotos de su hermano mayor, apareció una de una clínica, donde estaba su hermano mayor parado junto a la cama, su madre acostada y... él. Él recién nacido. La calidad es bastante mala, medio que del bebé poco puede decirse, pero no puedo explicarles la emoción que le agarró cuando se encontró.
A P. le hice un álbum artesanal. Mitad para ahorrar, mitad porque me parecía divertido, compré un álbum cualunque, lo forré, corté las letras de su nombre en contact para el lomo y elegí una foto de él con la que mi papá hizo una postal digital, con frase de Peter Pan, para la tapa. 
La hermana de P. quiere un álbum. O al menos lo quería cuando vio el de P. No sólo quería un álbum: quería uno igualito igualito, con las letras recortadas igual. Tanto insistía que J. me preguntó donde le compré. Entonces le expliqué lo obvio: lo hice yo (entre paréntesis, cuando J. me vio llenándole el álbum a P. por primera vez me dijo "qué bueno lo que estás haciendo" y yo sabía todo lo que significaba esa frase; él no se sienta a hacerlo, pero sabe que tiene un gran valor, que P. lo va a valorar).
Podría generalizar y decir que H. estaba pasando por una etapa en que quería todo igual al hermano. "Vestilo de verde", me decía, "así yo me pongo esta remera y estamos iguales". Celos, ganas de sentir que tenía un par, no lo sé. Pero volvamos al álbum. Por un lado, me daba pena cuando la escuchaba pedir. Claramente a sus ojos el hermano estaba teniendo un álbum hermoso (yo tengo mil críticas a mi dudosa prolijidad, pero la mirada infantil siempre es más generosa) y ella quería lo mismo. Pero, por otro lado, ¿era yo la que tenía que darle un álbum? Supongamos que le compro un álbum. Supongamos más. Supongamos que dedico una tarde a forrar un álbum comercial y cortar las letras de su nombre en contact. Misma marca, mismo tamaño. Quizás exhibidos en un estante parezcan álbums similares. Pero ¿son similares? ¿Qué habría dentro de su álbum? ¿Comenzaría con ella en la clínica con mamá y papá? Sí, ríanse. Ríanse conmigo porque yo también me río, de sólo imaginarme ordenando fotos de mi actual con su ex. 
Las familias ensambladas tienen sus particularidades y uno/una/yo a veces siente que los hijos de la primera vuelta sufren no tener cosas que están teniendo sus hermanos de la segunda. No siempre es (tan) así. En todo caso, acá es cuando vuelva al principio de esta historia. Mis hermanos son hermanos míos de padre y madre y ninguno de los dos tuvo un álbum de fotos. Corrijo. Uno tuvo un álbum sin completar. No sé si eso es mejor o peor. 
A mí me surje hacer un álbum para mi hijo. Podría comprarle un álbum a H., pero creo que debería llenarlo con su mamá y/o su papá. Si hasta ahora no lo han hecho sus padres, no sé cuánto es por cuelgue y cuánto por no remover el arcón de los recuerdos, algunos de los cuales son poco felices. En todo caso, como dijo mi psicóloga, con o sin álbum ella armará su propia historia como un rompecabezas. Pero el juego nunca termina, porque nunca se sabe cuántas piezas tiene el puzzle...